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New Deal (literalmente en español, «nuevo trato») es el nombre dado por el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt a sus políticas intervencionista puesta en marcha para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos. Este programa se desarrolló entre 1933 y 1938 con el objetivo de sostener a las capas más pobres de la población, reformar los mercados financieros y redinamizar una economía estadounidense herida desde el crac de 1929 por el desempleo y las quiebras en cadena.
Comúnmente, se distinguen dos New Deals.(ref group="nota")La inmensa mayoría de los análisis tienen en cuenta dos tipos de New Deal, sin embargo, ciertos críticos de Roosevelt como John T. Flynn en The Roosevelt Myth (Chapter Eight - The Shock Troops of the Third New Deal Archivado el 6 de enero de 2009 en Wayback Machine.), y algunos historiadores como Barry D. Karl de la Universidad de Chicago (The Supreme Court Review, 1988, pp. 163-201; The Third New Deal revisited) hablan de tres New Deals.</ref> Un primero, marcado particularmente por los «Cien Días de Roosevelt» en 1933,[1] que apuntaba a una mejoría de la situación a corto plazo. Se pueden encontrar, pues, leyes de reforma de los bancos, programas de asistencia social urgente, programas de ayuda para el trabajo, o incluso programas agrícolas. El Gobierno realizó así inversiones importantes y permitió el acceso a recursos financieros a través de las diversas agencias gubernamentales. Los resultados económicos fueron moderados, pero la situación mejoró.[2] El «Segundo New Deal» se extendió entre 1935[3] y 1938, poniendo por delante una nueva distribución de los recursos y del poder en una escala más amplia, con leyes sindicales de protección,[3] la Ley de Seguridad Social,[3] así como programas de ayuda para agricultores y trabajadores ambulantes.[nota 1] No obstante, la Corte Suprema determinó como inconstitucionales numerosas reformas legales, pero algunas partes de los programas fueron reemplazadas rápidamente, a excepción de la National Recovery Administration. El segundo New Deal fue mucho más costoso que el primero, y aumentó el déficit público. Por otro lado, a pesar de programas como la Public Works Administration, el desempleo todavía alcanzaba a 11 millones de estadounidenses en 1938.[4]
La lucha contra la crisis perduró hasta que Estados Unidos movilizó su economía con la Segunda Guerra Mundial.[5] El éxito del New Deal es innegable en el plano social. La política llevada por el presidente Franklin D. Roosevelt cambió el país mediante reformas y no mediante una revolución.[6] Por otra parte, los programas del New Deal eran abiertamente experimentales, manifiestamente perfectibles,[7] y dados los costes de este proceso, se podría haber preferido un programa de cambio más completo. Sin embargo, el carácter imperfecto del New Deal permitió una crítica constructiva y una reflexión más pausada que abrió la vía a un mejoramiento de la democracia estadounidense en los años siguientes y que perdura hasta la actualidad.[7] En materia sindical, la adopción de la llamada Wagner Act permitió hacer de los sindicatos unos colectivos poderosos.
Numerosos programas del New Deal todavía permanecen activos, entre los que han mantenido su nombre original están la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), la Federal Housing Administration (FHA), la Tennessee Valley Authority (TVA), pero también el Social Security System, la primera experiencia estadounidense de estado del bienestar así como la Securities and Exchange Commission (SEC) en el ámbito de la regulación financiera.